Director: Lars von Trier
País: Dinamarca / Suecia / Francia / Alemania
Género: Drama psicológico / Ciencia ficción
Una obra de belleza deslumbrante. Cada plano parece una pintura barroca en movimiento, con imágenes oníricas y majestuosas. La presencia constante del color, la naturaleza y la luz dan forma a un clima tan sublime como desolador.
La película está dividida en dos partes. En la primera, Justine celebra su boda en una mansión, pero la festividad se transforma en un funeral anticipado: la depresión impregna cada gesto y cada silencio. En la segunda parte, un planeta errante llamado Melancholia se acerca a la Tierra. Primero aparece como una segunda luna, y luego se revela como una amenaza de colisión inevitable. Entre el miedo de Claire, la resignación de Justine y la inocencia del niño, la familia enfrenta el fin del mundo.
Justine (Kirsten Dunst)
Claire (Charlotte Gainsbourg)
John (Kiefer Sutherland)
Leo (Cameron Spurr)
Narración contemplativa, lenta, hipnótica. No busca acción, sino generar una atmósfera de angustia y belleza trágica.
La película refleja la depresión a través de la metáfora del planeta que se aproxima. Como dice el niño: “cuando llegue el planeta, no habrá lugar donde esconderse”. Así es también la melancolía: nada la detiene, ninguna actividad logra distraer de ese pozo. Todo lo cotidiano parece trivial frente a la enormidad del desastre. En ese contraste, Von Trier muestra cómo el dolor y la desesperanza pueden revelar la fragilidad de nuestras construcciones sociales y el sinsentido de lo aparente.
Una fusión única de drama psicológico y ciencia ficción apocalíptica, contada desde lo íntimo y existencial en lugar de lo espectacular.
Me fascinó. La primera parte, con la boda que parece un funeral, y la segunda, con el planeta que recuerda a la luna de 1Q84 y al tono de Don’t Look Up, crean una obra impecable. La música de Wagner, profunda y desgarradora, potencia cada imagen. Me resultó muy conmovedora la metáfora: así como el planeta no deja sitio donde refugiarse, la melancolía tampoco. Es devastadora, inevitable y absoluta. Una película perfecta, que combina estética sublime con una reflexión existencial desgarradora.